Sin duda, nos encontramos ante unos de esos discos que marcarán un antes y un después ya no sólo en la carrera musical del grupo en cuestión, sino de la historia del thrash metal en España. Teniendo en cuenta lo dificilísimo que es actualmente hacerse un pequeño hueco en la industria musical, y más aún en subgéneros del metal extremo, estos thrashers de Igualada (CAT) acaban de catapultarse a la cima con este cuarto disco.
Uno de los puntos más fuertes de esta placa es que, a pesar de que los catalanes cuentan ya con muchos años de composición y carretera encima, no encontramos grandes diferencias musicales en los temas que nos presentan en el susodicho disco.
Lo cual es de admirar por encima de todas las cosas, ya que toda la fama y repercusión que han ganado y están ganando Crisix durante todos estos años, ha sido por méritos propios, sin cambiar ni un ápice su filosofía más primitiva de hacer buen thrash metal. A mayores, como es obvio, también podemos encontrar una maduración compositiva y de ejecución notable si comparamos este disco con The Menace, y eso que de aquellas ya pudimos disfrutar de himnos como “ultra thrash”. En resumen, el resultado es inmejorable. Me atrevería a decir que es incluso uno de los mejores discos de thrash metal de la historia de la península ibérica, y nada tienen que envidiarle a grupos americanos o centroeuropeos pioneros del estilo.
El disco empieza fuerte, con uno de los temas que promete ser su nuevo himno de cara a los conciertos: Get out of my head. Rápido, furioso y sin perder esa pizca de sentido del humor que siempre ha caracterizado a los catalanes desde sus inicios. Como prueba de ello, bien podemos comprobarlo en su videoclip recientemente lanzado sobre este tema. Los siguientes dos temas vienen cargados de más furia y velocidad thrasher, Leech Breeder y Technophiliac, impecables en ejecución, donde cada golpe de caja está donde tiene que estar. El primer “respiro” del disco llega en la cuarta canción, Perseverance, donde el comienzo épico de una melodía tenebrosa sumado a un comienzo a medio tempo del ritmo hace bajar un poco las revoluciones por un momento, ya que rápidamente la batería de Javi Carrión ofrece grandes coletazos del típico ritmo thrash/hardcore mezclados con el ritmo del principio.
Continuando con el disco, de nuevo nos encontramos con dos temas seguidos, uno tras otro, cargados de furia y exasperación, como son Xenomorph blood y Prince of Saiyans, donde encontramos reminiscencias de alguna influencia de los mejores Slayer o incluso Overkill. A estas alturas del disco, ya no nos cabe duda de que nos encontramos ante una placa de altísimo nivel, aunque por otro lado, a pesar del compromiso y buena actitud que rebosa este disco, he de decir que se echa en falta el amplio registro vocal de Juli Bazooka, sello de identidad de Crisix durante años, y mostrado en todos los álbumes anteriores.
Y es que antaño, podíamos encontrar variaciones entre gritos muy agudos, fuertes y desgarrados, hasta guturales graves y profundos, estando ausentes ambos extremos en este disco y centrándose solamente en una línea vocal muy similar en todas las canciones. Aunque muy bien ejecutada, obviamente. Continuando con las últimas canciones del disco, cabe resaltar Cut the Shit. De nuevo una furiosa pieza, con mucho poderío y actitud de rebelión constante, repitiendo en numerosas ocasiones el “shut the fuck up” y derrochando mucha mala hostia típica en este subgénero del metal. Por último, The North Remembers es una pieza un poco más experimental que las anteriores, incluso algo más melódica, pero manteniendo la misma base de la que hemos hablado durante todo el disco.
En definitiva y como explicamos anteriormente, estamos ante un disco que ningún amante del buen thrash (y en general, ningún amante de la música), se debería perder. Tanto a nivel instrumental, con unas guitarras, bajo y batería más técnicas que nunca y bien compactadas, como el registro de la voz, que sigue siendo inimitable, al igual que a nivel de compromiso y seriedad. Este trabajo de Crisix es la confirmación de que catalana va en serio.